Gracias Bolivia

Cuando volví a Córdoba, España, mi madre y mi hermana me preguntaron, bueno ¿Qué tal en Bolivia?…pues alrededor de dos semanas han pasado hasta que he conseguido poner en orden tantos sentimientos: a algunos no sabes ponerle nombre, otros, que no consigues encajar, otros que cuando los piensas se te saltan las lágrimas.

Es una responsabilidad saber transmitir todo esto y con mis pocas dotes comunicativas va a ser difícil.Saltar el charco en avión y llegar a Bolivia ya me parecía algo increíble la verdad, algo que sabía, que merecería la pena, pero lo mejor estaba por llegar.

Los niños, como decía Marcelino Champagnat, son lo más importante, es la base de la evolución del progreso, el amor que te transmiten esos niños, de respeto, querer estudiar, de simplemente quererte porque te sienten como alguien de tu familia, es algo revolucionario, cada niño va agarrando un cachito de tu corazón y se lo va quedando. Pese a las responsabilidades adultas que tienen, nunca se desaniman siempre quieren jugar más, aprender más.

La acogida que nos hacen en las comunidades es asombrosa, en la primera semana, ya te conoces a todo el mundo, te hacen tus bromitas, te hablan si necesitan algo, y te abren su corazón de par en par, muchas veces debido a esa sinceridad con la que te hablan lo poco que puedes hacer es callarte y darle un fuerte abrazo cuando te tengas que ir.

La acogida fue tal, que recuerdo que la primera lectura de la semana  que  estuvimos  allí,  era  Mc  6,  7-13  que  decía  “les ordenó que no llevaran para el camino mas que un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y  que  no  tuvieran  dos  túnicas…”,  después  de  todos  los agobios  de  preparar  el  irte  allí,  ves  que,  no  te  hace  falta mucho aparte de tu ropa, porque si algo es verdad que ellos nos  han  dado  un  regalo  y  más  amor,  del  que  nosotros podamos darles, aunque hayamos estado al 100% incluso cuando el cuerpo no podía mas. Te transmiten un amor tan verdadero, un amor cómo el que da un padre a un hijo.

No todo ha sido un camino de rosas, ha habido momentos difíciles, que a día de hoy todavía no sé cómo encajarlos o dónde más me cuesta ver a Dios. Pero si algo me han enseñado en las comunidades, es que, la confianza en Dios hace que haya esperanza, y si hay esperanza, nada es imposible, y ese amor que tienen a Dios, al prójimo, te lo transmiten desde el minuto 0.

Siento que he recibido un regalo, pudiendo estar allí, que me ha abierto los ojos, que me ha hecho darme cuenta de las cosas importantes que hay, que, el dinero aun que es algo importante, lo más importante son las personas, el aquí y ahora, el dar momentos de calidad en cada momento. Y el no quedarme en la burbuja que vivo.

Desde el primer momento en las comunidades, hemos sido uno más, un vecino, un amigo, y parte de su familia, alguien al que acudir. Para mí, uno de los conceptos que más han cambiado es el concepto de pobreza, mi concepto de pobreza ha sido del que no tiene en ámbito material, económico. Sin embargo, este mes y medio en Los Sotos, San Pedro y Limoncito ha hecho que esto cambie, el pobre es el que no está en el aquí y ahora, el que no dedica tiempo de calidad a las cosas que hace, el que no se preocupa por su vecino, el que no cuida a su familia.

El cariño que nos han dado esas familias, esas mamás y el amor que nos han dado es imposible de cuantificar, desde los mas pequeños, que con ganas de estudiar y de saber más pues tienen responsabilidades como trabajar, cuidar de familiares. Nuestra llegada allí, a las comunidades es regalarle ese ratito en el que salir de la rutina y en este caso volver a ser niños.

Otro de los regalos que me has hecho allí, es haber conocido a los Hermanitos de Roboré, Vidal y Jesús, fuera como fuera la semana en las comunidades, un poco más dura, o una semana genial, estuvieras como estuvieras, ellos desde que te ven llegar y te dan ese fuerte abrazo al verte. Se te pasa todo. El conocer su vida, su vida de servicio completo a los demás y ver todo lo bueno que han conseguido, hace que quieras ser más partícipe de esta vida de servicio.

Sin duda, las comunidades es como ir a esa Galilea de la que nos habla Jesús, ahora ya de vuelta a España, toca volcar todo ese amor recibido, abrirse a realidades nuevas en mi ciudad, que lo más importante sea el prójimo, tu vecino, tu compañero de piso, tu familia, tus amigos. Es tiempo de moverse.

Bueno ya para terminar, no se si me habré explicado muy bien, es muy difícil explicar ese amor, que te cambia las prioridades de tu vida en un folio. Simplemente hay que echarle ganas y romper esa burbuja de confort en la que vivimos, e ir a dónde esta Él.

Gracias Bolivia.

Rafael Moreno

Voluntario de SED en Bolivia

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