El regreso

Es una pena que estas líneas ya no hayan sido escritas con vistas a la maravillosa laguna de Bilene. Esta vez el horizonte ilimitado ha sido sustituido por un cuadrado de 1x1m que da a la odiosa carretera de Benfica.

La verdad es que tengo historias que me permitirían escribir 1.000 crónicas de Mozambique, pero hoy necesito hablar de algo: el regreso.

Mi experiencia comenzó el 28 de junio y os aseguro que no acabó el 7 de agosto. Después de algunos días digiriendo la llegada y desenredando emociones, todavía siento una necesidad enorme de contar cosas de Mozambique, porque no pasa un día en Portugal que no me haga pensar cuánto quiero volver. Describir esta experiencia desde allí, a flor de piel, fue bueno, pero no basta. Nadie habla del después…, ¡es tan difícil! Todavía pasan en bucle por mi cabeza las imágenes, las rutinas, los paseos…; y me asusta pensar que esas vivencias se puedan desvanecer con el tiempo.

Todo el mundo sabe que hay hambre y pobreza en África. Yo lo sabía antes de ir. Pero entre saber y vivir… Ahora el hambre en África para mí tiene nombres, caras; se mete debajo de mi piel y me toca el alma. El hambre en África es tan apremiante como las sonrisas de aquellas personas. Y esas nunca las voy a olvidar. Es complicado el esfuerzo que hago para intentar explicar a los demás aquello que viví solo sintendo. Las lágrimas que cayeron en el viaje Maputo-Lisboa se amontonan para volver a salir. La nostalgia aprieta. Las zambullidas en la laguna, los regateos en el mercado, las comidas animadas donde reír era obligatorio…, parece que todo se ha perdido. Volver a la vida occidental, contarlo durante el brunch, escribirlo en un blog o recordarlo tomando un gin no tiene sentido y, a pesar de no evitar estos momentos, ya no los siento con el mismo sabor. Sin grandes discursos ni falsos moralismos, vamos a ser honestos, los hashtags #prayfor o #yosoy no salvan a nadie. Veamos menos y sintamos más, seamos más.

Alguien me decía: “es preciso aceptar la vuelta”. Pero la vuelta no es fácil cuando sientes que parte de ti aún está allí. No percibáis este texto como algo negativo, poque no lo es. Forma parte de la experiencia. Estoy feliz. Con nostalgia, pero feliz.

Kanimambo

Mariana Freire

Voluntaria de SED en Mozambique

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