CTM en Sullana, Perú
Antes que nada me presento, soy Kike y este verano he tenido la oportunidad de pasar el mes de julio en el CTM que realiza SED en Sullana. Todo ese mes me acompañó Charo, otra voluntaria española, y nuestra labor principal ha sido con los pequeñitos del colegio marista San José Obrero.
Estando aún allí no imaginaba lo que iba a echar de menos levantarme cada mañana a las 5:30 para empezar el día en comunidad y poco tiempo después escuchar ese “¡¡buenos días profe Kike!!” con una sonrisa de oreja a oreja que te dedicaban esos pequeños y te hacía ver que esto merecía, y merece, la pena.
Me preguntaban hace poco con que dos cosas me quedaba… y, aunque me costó decidirme entre tanto vivido, al final me quedo con la vida en COMUNIDAD, esos hermanos implicados en la realidad de su ciudad y que desde su ejemplo te enseñan lo cierta que es la frase de San Marcelino “para educar a un niño, hay que amarlo”, hermanos que, como auténtica familia marista, desde el primer momento te hacen sentir como en casa, algo en lo que también guarda un papel importante Blanquita, la cocinera de los hermanos que transmite un amor maternal a todo el que está a su lado; y lo segundo es la felicidad que transmiten los pequeños con los que he trabajado… esa acogida tan cariñosa que dan a unos desconocidos, lo agradecidos que son pese a su corta edad y esa sonrisa constante que era capaz de hacerte olvidar cualquier problema.
Aún recuerdo como el primer día decían “San José obrero, un colegio diferente” y no lo terminaba de comprender… y aunque no sepa explicarlo, después de sentirlo durante un mes, puedo decir que esa frase no podría ser más cierta, es un colegio diferente y que desde el primer momento enamora.
Siempre me han dicho que para vivir estas realidades no hace falta salir de tu ciudad, y es totalmente cierto, pero para sumergirte en ellas y sentirla de verdad hasta este punto sí que lo necesitaba… aún así me doy cuenta de todo lo que me queda por comprender aún.
Todo lo vivido no se queda aquí… ahora toca “levantarme y andar” y transformar esta experiencia en un cambio en mi mundo, igual que un trocito de mi corazón quedó en Sullana, es el momento de traerme un trocito de ella, del San José obrero, a mi realidad.
Ya ha pasado un mes de mi vuelta pero es verdad que he necesitado este tiempo para asentar todo lo vivido. Quizás lo que me ha animado es leer hoy un artículo que hablaba del síndrome del cooperante, en este decía que “al volver no te interesan las mismas cosas y te sientes desubicado además de ver que a los demás no les interesa como te has sentido o lo que has vivido”… pues así creí sentirme a la vuelta pero luego me he dado cuenta de hasta donde llega esto. Es cierto que mis prioridades han cambiado y me doy cuenta de que la felicidad se encuentra en las cosas más sencillas del día a día, pero también estoy agradecido por sentir que mi experiencia no se queda allí, ha cruzado el charco y veo como hay gente a la que llega lo que compartes y eso te anima a seguir tu CTM en tu realidad, de hecho fueron las experiencias de otros las que me llevaron a decidirme a vivirlo por mí mismo. Y esto es lo que ha hecho que hoy me arme de valor para escribir aquí.
Un abrazo,
Kike Muñoz (Málaga)
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