Testimonios

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Primera etapa en Comarapa
2
¿Qué queda al final?
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El gran juego… de la vida
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Erokamano uru ahinya: Muchas gracias a todos
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Ngima dhi nyime e Orore: La vida sigue en Orore
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Chieng’ otuch nwa kendo Orore
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En marcha por el cambio
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Horqueta
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Muévete
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San José Obrero, un colegio diferente

Primera etapa en Comarapa

Javier y yo cumplimos la primera etapa en El Alto de La Paz. Nos ha ido de lujo en el trabajo de acompañamiento del proyecto de Huertas Familiares. Excelente acogida y sentimientos a flor de piel. En este lugar, para los que conocemos más el oriente boliviano, es otro país.

En el momento en que escribo estas palabras estamos en Comarapa, en la comunidad marista. Hemos visitado el colegio, una escuela de estudios superiores en agropecuaria con granja y huerta agropecuaria que funciona como centro de prácticas. Hemos conocido también todas estas instalaciones y las comunidades campesinas donde desde hace más de 30 años ha estado colaborando el grupo misionero marista “Proyecto Bolivia”. Algo genial.

 

Temperatura agradable, aunque mucho viento por las tardes. La tierra es de producción agrícola en los grades valles que la forman. Estamos bien, muy entretenidos pues también intentamos formar y animar a los responsables del lugar para que se pongan las pilas en la formulación de proyectos de cooperación para presentarlos a SED.

Comarapa está al oeste de Santa Cruz de la Sierra, a 244 km, centro de nuestras operaciones. Pero a 7 horas de autobús. Mañana nos volvemos a Santa Cruz. Esperaremos a una compañera (médico) de España y nos iremos a Roboré, lugar de nuestro campo de trabajo misionero.

Estamos bien, algo cansados de viajes por caminos, con polvo, pero muy felices.

Deseo que María nos acompañe.

 

Gregorio Bartolomé | Hno Marista y voluntario de SED

¿Qué queda al final?

Hemos terminado. Se ha clausurado la “Colonie Champagnat 2022” con una bonita fiesta donde no faltó de nada: regalos, bailes, música a tope… Se proclamaron las puntuaciones de los distintos equipos y hubo felicitaciones para todos. Para el cierre de actividades se reservó el teatro.

Cada grupo, en días anteriores, preparó una representación. El propio “jefe” de grupo dirigió los ensayos. Hoy llegaron provistos de sus disfraces para recrear la historia. Fueron 10 historias diferentes pero coincidentes en la temática. Yo no salía de mi asombro. Viendo mi extrañeza, el coordinador de la “colinie” me dijo: Es realmente lo que viven en sus casas, en sus ambientes.

Os cuento. Todos los equipos eligieron casos de niños o niñas que no pudieron estudiar, no les fue posible aprovechar la formación de la escuela. El primer grupo nos representó la historia de una niña, muy lista, que todos los días pasaba delante de la clase cargada de frutas para vender en el mercado. Se detenía en la ventana escuchando a la profesora muy interesada en lo que explicaba. La profesora se interesó por su problema y decidió buscar a la familia para que escolarizara a la niña. Encontró a sus padres pero no lo consiguió.

El segundo equipo lo puso más trágico. El caso de una niña que disfrutaba en la escuela con sus compañeros y aprovechaba la educación del profesor. Un día su padre volvió a casa y preguntó a la madre dónde estaba la niña. Al saber que iba a la escuela, enfadado fue y a la fuerza, la saco de clase. La razón es que el padre decía que su sitio era el campo. Trabajar duro para sacar dinero para la familia.

Así fueron los distintos equipos pasando delante de los compañeros. El siguiente caso que nos presentaron fue el de un niño que se dormía en clase. El profesor no entendía el por qué. Los compañeros se reían del “dormilón” pero al final todo se aclaró. Al niño le encargaban todas las faenas de la casa, barrer, traer agua, limpiar y limpiar, cavar en el campo… estaba tan falto de todo y cayó enfermo. Al fin sus padres entendieron que debían cuidarlo más porque al fin y al cabo aún era un niño.

El resto de las 10 historias fueron en la misma dirección. El final de cada representación fue recordar al público que los niños y niñas tienen sus derechos y que todos los debemos respetar.

Y añadían la coletilla: las autoridades deben conseguir que esos derechos se cumplan y sino, llevar a prisión a quienes no los respeten. Dura conclusión pero habla claramente de lo convencidos que están estos niños de que los derechos de la infancia son importantes. Repitieron una y otra vez: Los derechos de los niños y niñas son deberes para todos y todas.

Después de la sesión de teatro nos felicitamos y felicitamos a los hermanos y profesores del colegio por haber sabido imbuir, en los niños y niñas, el valor de los derechos en la conformación de una sociedad mejor.

Terminó este campamento urbano en Bouaké. ¿Qué nos queda? La convicción de que con estos niños y niñas así formados, se refuerza la esperanza de un futuro feliz y próspero para las nuevas generaciones.

 

Javier Salazar | Director de SED

El gran juego… de la vida

Casi tocamos el final de la Colonia Champagnat 2022 y por fin llega el «Grand Jeux». Después de varias tardes trabajando para que esté todo listo, los niños, sonrientes y profundamente felices, han pasado una jornada memorable. El juego del lanzamiento de pelotas ambientado con el payaso nos recuerda cuán importante es la risa como antídoto para todo.

Hacer equilibrios pasando por la escalera y los obstáculos nos invita a ser conscientes de que, después de las dificultades, viene la victoria. Y, de entre otros muchos, subrayamos el juego de la telaraña, el cual nos insta a tejer hilos que nos conecten a las personas, hilos de fraternidad. Con el espíritu convicto de que todos somos uno, vamos teniendo la mirada puesta en la próxima parada: los poblados.

 

Marcos Ibiza | Voluntario de SED

Erokamano uru ahinya: Muchas gracias a todos

Todavía no ha amanecido en Orore cuando desde la cama escuchamos los sonidos de la fauna del lugar. Como si de un concierto sinfónico se tratara, el gallo, los burros, las cabras y los pájaros se ocupan cada mañana de avisarnos de que el día está a punto de alumbrar. Esta mañana, -sin embargo-, no es como las demás. Es nuestro último despertar junto al lago. Es el último día en el que Aboy, Karoli, Fredy, Dady y muchos otros, correrán tras nuestra furgoneta agitando sus manos para decirnos adiós.

Estos últimos días han sido diferentes para nosotros. Por un lado, tuvimos la oportunidad de compartir una mañana con los estudiantes becados de SED, todos ellos alumnos del colegio marista “Our Lady of Orore”. Estuvimos haciendo unas dinámicas de presentación, algunos juegos, una piñata, y alguna actividad para descubrir un poquito sobre sus vidas y su entorno. Por otro lado, ese mismo día por la tarde visitamos el orfanato de Orore, en el que hay una veintena de chicos y chicas que reciben ayuda económica de familias alemanas para costear los gastos derivados de su escolarización. Compartimos juegos y les dejamos material escolar y ropa, incluyendo algunas camisetas del Real Zaragoza que gustosamente donó para la causa.

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Ngima dhi nyime e Orore: La vida sigue en Orore

La vida aquí fluye sin prisa pero sin pausa. Casi sin darnos cuenta nos hemos plantado en la tercera semana del campo de trabajo. Durante los últimos días hemos seguido acudiendo a los colegios de la zona de Suba y de Gwassi, con los que la organización local “Orore Youth Sports and Peer Support” sostiene el proyecto educativo actual. Los colegios de Ongongo, Kikubi y GodOloo han sido esta vez los que han contado con nuestra presencia y han disfrutado de nuestras dinámicas, juegos y deportes.

Además, también hemos realizado dos talleres con personas adultas de la comunidad de Orore. El primero de ellos ha tratado acerca de la igualdad de género. Lejos de querer enseñar o imponer nada a nadie, hemos pretendido crear un espacio para que pudieran expresarse libremente y para facilitar un intercambio cultural. A tal efecto, diseñamos unas dinámicas en dos sesiones, una de ellas con hombres y otra con mujeres, en las que tratamos de visualizar las diferencias reales que existen entre los dos sexos en cuanto a derechos y oportunidades. Si la desigualdad en este aspecto todavía es patente en países como el nuestro, aquí infinitamente más. Las charlas y las dinámicas han sido muy útiles para nosotros también, pues nos hemos enterado de cosas muy curiosas en cuanto a las relaciones entre hombres y mujeres aquí en Kenia.

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Chieng’ otuch nwa kendo Orore

Vuelve a salir el Sol en Orore (frase del título). Los días pasan rápido aquí junto al lago. Desde nuestro último post la intensidad de nuestro día a día se ha incrementado considerablemente. Hemos asistido a los colegios de Kimange, Kiabuya, Seka, Orore y Mukuyu (EYE Early Year Education and Primary School).

La energía con la que nos reciben los alumnos a la llegada es abrumadora, así que cada día tenemos que hacer un esfuerzo por estar a la altura de las expectativas. Una vez llegamos al colegio la forma de proceder es siempre la misma.

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En marcha por el cambio

El domingo pasado sonó el timbre. Un timbre que llamaba a los alumnos del colegio marista de Valencia a celebrar, un año más, la marcha SED. ¿Día especial? Sin duda. Sobre todo, cuando toda la energía de la semana; charlas, encuentros, meriendas solidarias… se concentraban en una jornada llena de ilusión, alegría compartida, compañerismo y mucha, mucha solidaridad.

A las 10:00 horas se dio el pistoletazo de salida para que toda la comunidad educativa marista de Valencia se uniera por una misma causa: dar visibilidad por el cauce del antiguo río Turia de que somos Maristas, somos SED y, por lo tanto, somos punto de encuentro y de FRATERNIDAD.

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Horqueta

Paraguay es país de colores vivos, de tierra rojiza y de sonidos que invitan a escuchar; a escucharse a uno mismo en un tiempo que parece transcurrir a otro ritmo, al son de la naturaleza y del sol. Horqueta, al norte de su región Oriental, cautiva con tan solo pasear por sus calles y conocer su gente. Son personas de ojos prudentes y corazones enormes que enamoran al mostrar poco a poco su gran interior. Y sus niños, la razón por la que Mireia y yo nos plantamos allí. Los menores tienen aquella esencia especial que nosotros perdimos por el camino en un descuido desafortunado. Cada uno de ellos nos reveló, sin darse cuenta, su propio mundo. Tan inmenso, tan lleno de deseos y de experiencias aún por vivir.

Un mes y medio es, quizás, escaso para conocer en profundidad la realidad de Horqueta, tan alejada de la nuestra. Pero es también suficiente para comprenderla y para aportar nuestro pequeño grano de arena. Y eso hicimos gracias a SED. Mi compañera y yo estuvimos en el centro abierto marista Mitãnguéra Rekove y en el comedor Ycuá Lucero echando una mano durante cinco semanas.

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Muévete

Algo me decía en mi interior: ¡Muévete!

Así que volví a llenar las maletas de ilusión, sabiendo que a la vuelta irían desbordadas de vida, ¡MUCHA VIDA!

Los minutos pasan igual en Costa de Marfil, observas el reloj y el ritmo es el mismo, eso parece a simple vista… pero si te detienes tan solo un poco y sientes el ritmo marfileño, la intensidad en cada momento se eleva al máximo exponente.

Ojos abiertos como platos para saborear cada instante y brazos bien estirados para abrazar a su gente… Esta vez era diferente, mi corazón ya sabía el destino que me recibía…

Siii, ¡los tambores hablan!! Hablan sus calles, hablan sus risas, hablan sus miradas, hablan sus sonrisas y sus intensos abrazos… La vida allí te susurra al oído, que no hay que detenerse. ¡Que hay que moverse!

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San José Obrero, un colegio diferente

Somos el grupo de voluntarios que ha estado de Campo de Misión en Sullana, Perú y aprovechamos para compartir con vosotros una entrevista que nos hizo uno de los hermanos de la comunidad en nuestro último día allí, junto con su aportación final.

*¿Qué necesidad sentíais como personas que, haciendo un alto en el camino en vuestra vida, os inclinó hacia Sullana?

“Necesidad de ser útil”; “fue llamada a salir de mi zona de confort, cuestionando mi realidad del momento”; “querer ir más allá y abrir los ojos por el necesitado, obviando la comodidad”; “necesidad de ayudar a los demás, pues eso me hace feliz y con ello doy felicidad”

*¿De qué forma encontráis respuesta a esa necesidad suscitada en esta tierra y ambiente?

“La hallo no solo al ver, sino al sentir que las personas cambian mi vida; veo crecer a mi lado gestos sencillos repletos de esperanzas; en la sencillez de los pobres veo el espíritu de Dios; descubriendo la riqueza en la dignificación del poco tener, en el saber ver, en el tener la mente abierta y aprender a vivir”.

*Ana Martínez, no te pregunto qué has enseñado, sino qué has aprendido.

De esta maravillosa aventura he aprendido a valorar la paciencia. ¿Por qué paciencia? Porque parece que en este mundo de agobios y prisas no hay lugar para las personas y para respetar el ritmo propio que tiene cada uno. Ya es hora de acompañar más que imponer ritmos frenéticos. Ama a quien enseñas y recuerda (y recuérdale) siempre, como dicen en mi San José Obrero que “Jesús, María y Champagnat te quieren mucho y nosotros, también”.

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