Disfrutemos con la crónica de nuestro voluntario en Bilene (Mozambique):
¡Un mes después de haber aterrizado, parece que aún fue ayer cuando llegamos! Cuesta creer cómo vuelan los días, cada vez más rápido.
Estas últimas semanas hemos continuado con nuestra labor de enseñar Portugués e Informática en la Escuela Marista de Bilene. Sabemos que vale la pena cuando vemos la sonrisa en la cara de alumnos y alumnas que nunca antes habían utilizado un ordenador. Ahora son capaces de escribir sus textos, editarlos, copiar y pegar, guardar, abrir y cerrar documentos… Se despliega así un mundo de posibilidades para ellos. Ver su evolución nos llena de orgullo y confiamos que puedan continuar aprendiendo.
Hemos empezado también un nuevo proyecto. Los lunes y martes por la tarde enseñamos Educación Moral y Cívica en la Escuela Básica de Nhiuane, a pocos minutos de los Maristas. Aquí la curiosidad es mayor, pues las visitas son menos frecuentes. El saludo de cada día, a coro, es “estamos bien de salud, gracias. ¿Y usted?”, acompañado de muchas miradas curiosas y algún tímido acercamiento. A la puerta de la clase se acumulan cabezas atentas y curiosas de alumnos que no son de ese curso, y muchas sonrisas.
En Nhiuane la realidad es más dura. Muchos cursos reciben clase en la calle, debajo de los árboles y sentados en el suelo. Otros, dentro de “pallotas”, unas construcciones redondas, con vanos en la paredes y techo de paja, sentados en el suelo. Los libros son prácticamente inexistentes, los cuadernos están cubiertos y los bolis escasean.
Sensibilizamos a los alumnos sobre la importancia de mantener buenas relaciones con los demás y con la naturaleza. Intentamos que participen. Cuando llegan las 16.30h es preciso acabar las clases, aunque el horario oficial se prolongue hasta las 17.10h, ya que ahora estamos en invierno y casi es de noche. En esta escuela no hay luz eléctrica y a muchos alumnos aún les espera un largo camino.
Escapada al Kruger Park
Como nuestro visado solo nos permite estar treinta días en el país, el fin de semana pasado aprovechamos para entrar en Sudáfrica y visitar el Kruger Park. Salimos de Bilene de mañana y llegamos a comer a Manhiça con nuestras compañeras Andreia y Catarina. Ya en Maputo recogimos a Borja Bobillo –voluntario de larga duración- y cambiamos algún dinero en rands, para continuar viaje hasta nuestro destino, Ressano Garcia, donde fuimos acogidos en la casa parroquial. El sábado despertamos con mucha ilusión, ¡el Kruger Park nos esperaba! Cruzar la frontera fue sencillo para nosotros… pero el coche parecía no tener los papeles en regla y la discusión –en una mezcla de changana, inglés y portugués- se prolongó 45 minutos hasta que levantaron la barrera de salida de Mozambique. En el Kruger Park todo es increíble. Parece que nos zambullimos en el Rey León. Colores, sonidos, animales, cachorros, 4×4 que pasan…, todo es mágico y parece salido de una película. Recorrimos diversas pistas del parque y vimos diferentes fieras salvajes, aunque solo fue preciso desviarnos de algún elefante que creía que estábamos en su camino… y tenía preferencia. Al atardecer fuimos al Hotel, junto a un lago con cocodrilos e hipopótamos. El domingo sonó el despertador a las 4.30h y nos preparamos para un safari. Nada más comenzar, un hipopótamo se cruza con nosotros; unos metros más adelante, dos leonas seguidas por un león… Fue una experiencia única, en la que vimos incluso macacos y will-dogs, que raramente se dejan contemplar.
Tras tres horas, tocó empezar el viaje de regreso. Parada en Manhiça para dejar a Borja y a nuestras compañeras Andreia y Catarina, y última etapa hacia Bilene.
Ahora comienza una semana de evaluación, que en Mozambique se realiza cada trimestre, por lo que ayudaremos en su organización y realización. ¡Seguiremos informando!
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