Alrededor de la mesa

Ha sido una semana corta esta última, llena de breves visitas, reuniones y celebraciones. Empecé con la visita a la carpintería de Matazano acompañado por las hermanas, el Presidente de los Milicianos y el del COCODE. Se trataba de dar el visto bueno a los nuevos estatutos, facilitando la entrada de nuevos socios y tratando de que el proyecto se adapte a los nuevos tiempos.

La comunidad de Ojo de Agua Palmar, orgullosa con su nuevo templo, tiene la celebración semanal los domingos en la tarde. Con una puntualidad que vence la hora chapina, la celebración se desarrolla con agilidad para dar tiempo al desarrollo de un tema por parte “del hermano”. A partir de los documentos de Aparecida trabajamos las características de la fe cristiana en América Latina: el amor a Cristo sufriente, la centralidad de la Eucaristía, el Dios cercano a los pobres, la devoción a la Virgen y a los santos patronos, el amor al Papa y a los demás pastores; con la libertad de los hijos de Dios, nos permitimos añadir el carácter martirial de esta Iglesia, con Romero, Gerardi y los múltiples mártires del pueblo llano, líderes y catequistas, entre ellos el hermano Moisés Cisneros.

Queda tiempo para echar una mano a los patojos trayendo unas cargas de leña. Verdaderamente los veguitas se ven desde otra perspectiva con 25 o 30 kilos a la espalda.

La tarde del lunes me espera la comunidad de La Balam. Se han reunido bastantes en la escuela apoyada por SED y mantenida con esmero; es de las más bonitas de Tierra Caliente. Organizamos el tiempo que vamos estaré y después celebramos con pizza el cumpleaños de Pamelita, hija de Romelia, directora de una escuela cercana; la leche y el queso son deliciosos. En la sobremesa repasamos las vidas de los voluntarios que han pasado por estas comunidades: Dely, Paco, Miriam, Noé, Mari Carmen, Maite, Mónica… Todos tenemos un recuerdo en sus corazones.

De mañana me acerco a la comunidad de Camino Real con Romelia; saludo a los maestros, que nos conocen casi todos y comento el proyecto de hacer en la biblioteca de la parroquia un centro de recursos para mejorar la capacidad lectora. Algunos son bastante animados y me aseguran que puedo contar con ellos. Saludo a las dos familias católicas que quedan, pues un grupo se pasó a la renovación y después ha fundado su “iglesia evanjélica”. El empleo de pastor es uno de los mejor remunerados y reconocidos, así que las iglesias crecen sin cesar. Aprovechando que un patojo se ofreció a llevarme en moto, hago una visita relámpago a Palquí. Los católicos son hijos y nietos de don Goyo y tía Minga; están avisados y pasan la voz rápidamente. Nos juntamos en casa de los abuelos y recordamos los buenos momentos vividos. Como no me quedo a almorzar, me llenan la mochila con elotes tiernos, mangos y pastas recién hechas. Paso por la escuela, pues una niña quiere conocer a los españoles que les ayudaron con su iglesia. También aquí encuentro a maestros conocidos; es un gusto compartir con ellos la esperanza en una Guatemala más justa.

De regreso a La Balam me encuentro prácticamente a toda la comunidad esperando para almorzar; seremos unos 40, la mitad niños. Comida de fiesta con caldo de res, papas, verduras y arroz. Las mujeres en la cocina no paran. Como ayer les insistí en que se organizaran, me enseñan el terreno que han escriturado para hacer su oratorio; el padre y las hermanas se van a poner contentos, pues estaban un poco apagados.

Seguimos la fiesta y cantamos y bailamos. Hemos conseguido un misal y la celebradora, lectores y conjunto prepara la celebración. Los jóvenes que participaron el sábado en el Encuentro Juvenil nos cuentan cómo les fue y los que están estudiando han hecho un esfuerzo por venir. Algunos irán próximamente a Canadá a trabajar por unos meses; me cuentan que a ellos les pagan la mitad de lo que pagarían a un oriundo, sin embargo están contentos porque van con contrato.

Se hace presente la familia de don Santiago Chiapas del vecino cantón de Camino Real. Casi solos como católicos, es para ellos una alegría poder compartir la fe. Comenzamos con una puesta en común de los dones que cada uno aporta a la comunidad utilizando unas piezas de madera que han traído de la carpintería. Dos patojos las componen después: la nueva iglesia y un bote para pescar.

Después de las despedidas me acercan hasta el convento donde las hermanas han preparado una cena suculenta. En el día de Santo Domingo de Guzmán, probamos vino del pueblo de su madre, santa Juana de Haza; una feliz coincidencia. Mañana conoceré al alcalde, para saludar y presentarle algunas necesidades urgentes de las comunidades. Aquí estamos para echar una mano reservando el protagonismo para los beneficiarios y las instituciones locales.

 

Hermano José Félix

voluntario de SED en Tierra Caliente, Uspantán

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