Archivo25 julio, 2018

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Primeros días en Bolivia
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Reflexiones desde Comarapa, Bolivia

Primeros días en Bolivia

Ya hace tres semanas que un grupo de aventureros se empredió en un viaje que cambiaría su vida, una experiencia que sería un antes y un después y que les permitiría ser ejemplo de entrega para los demás.

Todo comenzó un 30 de junio, cuando se montaron en un avión y realizaron un vuelo de casi 12 horas. Llegaron a Santa Cruz, donde los esperaría el hermano Gregorio para llevarlos a su primera parada, Barrio Lindo, donde con mucho cariño los recibieron Vidal, José Antonio, Óscar y Reinaldo. Abrazos sinceros, risas, volver a encontrarnos y a compartir vida con los hermanos, una de las mejores maneras de empezar el CTM.

Empezar a sentir Bolivia, ver, oír… cada segundo en Santa Cruz es distinto: el tráfico, las compras en La Ramada, ir a por el chip para los teléfonos, compra de artesanía…. Unos primeros días llenos de actividad pero también de muchos momentos de compartir.

Y dos días después, rumbo a su segunda parada, Roboré. Vidal y Jesús super cariñosos, como siempre. Sentirse en casa después de un año, o incluso viniendo por primera vez es una de las mejores cosas que vives en Bolivia. Charlas con Jesús, excursiones con Vidal al Chorro de San Luis o la ermita de la Buena Madre, preparación de actividades, dos o tres días que hacen que nos sigamos metiendo más y más en la dinámica del campo, en esos días repletos de actividad pero que tanto merecen la pena.

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Reflexiones desde Comarapa, Bolivia

No podía dormir. Llevo desde las cinco de la mañana (11 en España) dando vueltas en la cama y en mi cabeza, pensando en la segunda semana vivida en la comunidad de Astillero. Así que me he levantado, he quitado la ropa del tendedero, aquí ahora llueve y hace frío, me he calentado un poco de agua y me estoy tomando un cafetito calentito. He encendido el ordenador y me he puesto a escribir. Y quería compartir con vosotros la vivencia con los niños de esta comunidad campesina boliviana.

He estado haciendo lo que el protagonista del libro que ya he terminado de leer, “El Corazón del árbol solitario”, Kike el obispo camboyano de las sillas de ruedas, al acabar el día miraba todas las fotos que había realizado durante el día y recordaba cada momento vivido. Yo he estado viendo las mías, las de toda la semana y he recordado cada momento vivido y compartido cerca de los niños.

Cada día al llegar a la escuelita a partir de las 8:15 más o menos, algunos después de haber andado hasta una hora atravesando las montañas, a más de dos mil metros de altura, cargados con su mochila y alguna naranja o frutilla (fresa) para compartirla con nosotros, nos buscan, nos saludan con algo de timidez algunos, nos abrazan, nos dicen “buen día hermanito” y ¿tú que haces?…… darles un abrazo bien fuerte, desearles un buen día, preguntarles como están y sonreír…con una sonrisa que llena toda tu cara.

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