Volver (2ª PARTE)
En mi última entrada en este blog os contaba lo que había significado para mí VOLVER a mi casa en España. En esta ocasión, os cuento cómo ha sido VOLVER a mi casa en Chibuluma. Es un placer y otro sueño más hecho realidad escribiros desde Zambia de nuevo.
Es la primera vez que repito un país como voluntaria, así que las emociones han sido nuevas en muchos sentidos. Ha sido genial volver a abrazar a todas esas personas con las que compartí esos 9 meses que tanto me han marcado. La sensación de sentirme en casa desde el primer momento, la ansiedad por visitar el Skills, Twayuka, encontrarme con la gente y ver cómo está todo, charlar y volvernos a abrazar cómo si fuera difícil de creer que aquí estoy realmente.
En esta experiencia de 3 meses mi residencia es St. Pauls, en Kabwe, en la provincia Central de Zambia. Aquí los Maristas tienen un colegio de Secundaria internado y una escuela de primaria. Así que mis días trascurren en la Primaria, entre clases de dibujo, arte y ordenadores. Junto a los babrothers, trabajan las basisters, las Siervas de María Inmaculada, dirigiendo una escuela infantil y una clínica. Para conocer bien la zona, también he comenzado a trabajar con ellas, así que un día a la semana mis tareas se centran con los más pequeños de la comunidad y otro, en la clínica. Todavía tengo que asimilar varias diferencias de un lugar a otro para contaros, pero por ahora estoy feliz y muy contenta con mi granito de arena en este lugar en medio del bosque.
Hoy me gustaría hablaros del Proyecto de Twayuka. Quiero compartir con vosotros una vez más la alegría y las buenas cosas que este proyecto ha traído a esta pequeña comunidad rural de Chibote. Es genial volver, pero aún más, volver y ver el proyecto acabado. Una de las primeras emociones y mayores alegrías fue cuando iba andando con Mr. Kaluba (encargado del proyecto en el Skills Centre) y vi el letrero del colegio con su nombre bien grande desde el camino (os recuerdo que antes no había nombre escrito por ningún lado). ¡Qué bonito queda! No puedo expresar con palabras lo bonito que está todo el colegio. Ahora sí se va pareciendo a un colegio de verdad, con sus ventanas, su color azul recién pintado, su letrero, las puertas de seguridad en las clases … Todo esto por fuera… pero cuando entras la alegría aumenta: 70 nuevos pupitres llenan las aulas y 5 hermosas sillas y mesas para el profesorado. Y una de las mejoras cosas, en las clases los chavales no llevan abrigos, no tiritan, los papeles no se vuelan, da gusto dar una clase ahora…¡con ventanas!. Mrs. Mulenga, la directora, nos comentaba que todas estas pequeñas cosas mejorarán la motivación tanto de alumnado y profesorado y, por tanto, se mejorará la calidad educativa del centro, objetivo principal del proyecto.
¡GRACIAS una vez más a todas y todos los que lo hicisteis posible de parte de toda la comunidad educativa! Sigamos soñando a lo grande, juntos podemos cambiar el mundo (que no se os olvide).
Lucila Bergareche, voluntaria de larga duración de SED en Zambia
Que alegrías nos das Luci, ojalá volver y ver todo de nuevo. Disfruta mucho. Muchos besos 🙂