Vietnam desde dentro
El Sudeste asiático se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos turísticos favoritos para millones de personas de todo el mundo. Vietnam es uno de estos países que llaman la atención por sus magníficas playas, su gran riqueza vegetal, su ambiente en las grandes ciudades, etc. Es un país en continuo (aunque lento) desarrollo que intenta abrirse un camino a nivel internacional. Sin embargo, no gran parte de la población domina el inglés, lo cual es muy importante para conseguir ese desarrollo.
La ONGD SED se encarga de buscar voluntarios que deseen prestar su ayuda especialmente en el ámbito educativo en distintos países alrededor del mundo. Desde el mes de septiembre yo soy uno de esos voluntarios. Uno de los países que elegí para realizar este voluntariado fue Vietnam, en donde pasaré 3 meses.
La comunidad que con tanto cariño y hospitalidad me ha “adoptado” se encuentra en una pequeña provincia al oeste de la ciudad y capital, Hanoi, llamada QuốcOai. Durante este tiempo, he estado prestando mi ayuda como asistente de profesores de inglés en un Colegio de Educación Primaria, otro de Educación Secundaria y en la Academia de inglés New Horizons impartiendo algunas clases.
Asimismo, los domingos en New Horizons se impartía una clase extra para estudiantes de Universidad y trabajadores que no podían asistir durante la semana. Es lo que denominamos English Club y, para los voluntarios es una muy buena forma de conocer gente con la que compartir gustos.
Además de seguir el programa establecido por la academia para dar las clases de inglés, teníamos libertad para trabajar con otros recursos si los necesitábamos.
Desde el momento en que llegué a Vietnam fui muy bien recibido por todos: profesores, estudiantes, profesionales de la organización, otros voluntarios… Según pasaban los días iba sintiéndome cada vez más cómodo y convirtiendo la rutina en algo nuevo cada día.
Uno de los momentos más memorables de esta etapa fue el viaje organizado con los participantes en el English Club para conocer el norte del país, MộcChâu. Fueron dos días en los que, además de conocer sitios espectaculares, nos sirvieron para conocernos más entre nosotros fuera del aula.
Aparte de esto, se organizaron varias escapadas a Hanoi y alrededores para visitar distintos lugares históricos y turísticos.
Todas las experiencias que he vivido durante este tiempo son algo que no borraré nunca de mi memoria y que estoy seguro, me están ayudando a crecer como persona.
La felicidad que se ve en la cara de los niños y niñas cuando vas a dar una clase y muestras la misma sonrisa que ellos es algo que se queda clavado. La labor que hace la gente de la organización que está aquí durante años es algo admirable.
Me gustaría agradecer todo esto a los hermanos Antonio y Jacinto, por haberme guiado y apoyado, así como por hacer una labor tan bonita y tan necesaria.
Así mismo, gracias a los trabajadores del centro Hong, Khài y Thuân, y a los profesores y profesoras de los colegios por hacer tan fácil trabajar a su lado.
Me gustaría concluir este artículo con una cita de Marcelino Champagnat sobre la educación que puede resumir mis tres meses de voluntariado con estos niños: «La buena educación de los niños pide que se les ame, y se les ame a todos por igual. Ahora bien, esto supone la entrega absoluta a su formación y el uso de cuantos medios pueda sugerir un entusiasmo habilidoso para infundirles la piedad y la virtud».
Amor, entrega y entusiasmo es lo que he podido apreciar desde el primer momento en que comencé mi voluntariado, y es lo que soy capaz de transmitir al alumnado con el que trabajo a diario.
Enrique López González
Voluntario en Vietnam
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