“Uno siempre es aprendiz”
Cuando un CTM comienza con una charla en la que un voluntario le comenta a otro: “Entonces, tú ya eres veterano en esto, ¿no?”, y el otro le responde: “Uno siempre es aprendiz” sabes que lo que vas a vivir no es un simple voluntariado, sino una experiencia transformadora.
Y así nos embarcamos camino a Bouaké, con la satisfacción de haber superado el nivel pro del Tetris de preparar maletas con los materiales del Campo. Cote d’Ivoire nos recibió con Yves, un hermano que es pura energía, una fina y agradable lluvia, una aventura en furgoneta que no se puede resumir en pocas líneas, pero que nos enseñó que para cada problema siempre existe una solución y una exuberante naturaleza poblada de pura vida.
El olor es diferente porque aquí todo huele a lo que es: la tierra, la fruta, el aire…
De esta forma, impregnados ya del loco amor por África, comenzamos la jornada con un agradable paseo por el Colegio, que alberga desde extraños escarabajos que se asemejan a ramas a huidizas gallinas de Guinea, además de tener la oportunidad de ir conociendo al personal que hace posible que este lugar funcione.
Tras un exquisito desayuno con los hospitalarios hermanos, que no pueden ser mejores personas, nos reunimos con el equipo de profesores que coordinan la colonia de vacaciones y presentamos los objetivos de desarrollo sostenible que se trabajarán transversalmente junto con los talleres y demás.
Acto seguido, nos dividimos las tareas del día y comenzamos a conocer a algunos de los peques con los que compartiremos diversión y risas, terminando en bailes improvisados y equilibrios en una cuerda atada a dos árboles.
La tarde continuó con una emocionante visita al mercado de Bouaké, que sin duda, repetiremos, y misa en una parroquia local.
La noche se ha llenado de esperanza con una charla sobre qué queremos cambiar y por qué estamos aquí.
Esto promete. Por ahora, esto es todo, amigos.
Grupo de voluntariado SED en Costa de Marfil
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