Nos despedimos con el corazón un poquito más ensanchado
El pasado lunes 5 de agosto, las niñas internas de la Anunciata junto con las Hermanas Dominicas nos hicieron una despedida de lo más emotiva. Primero tuvimos una cena todas juntas, a la que asistieron también los Hermanos Maristas por invitación de las Hermanas. Después, por grupos, las niñas habían preparado diferentes danzas típicas de sus zonas, cada una vestida con su traje típico, utilizaron pétalos de flores, velas, confetti, etc. Fue precioso a todos los sentidos, pues al terminar las danzas dos niñas nos dedicaron unas palabras expresando por parte de todas su agradecimiento por lo que les habíamos enseñado y compartido durante el mes que hemos estado allí.
Nosotras también teníamos una sorpresa preparada para ellas, dos piñatas que causaron sensación y que fueron motivo de muchas risas e incluso arañazos (¡lo que les gustan las gominolas!).
Tanto Noelia como yo nos llevamos una hermosa experiencia de lo vivido en Chichicastengo y por mucho que contemos lo cariñosos que son los niños guatemaltecos no se sabe bien hasta que no recibes un abrazo de ellos.
En alguna ocasión nos preguntábamos si estaría siendo suficiente lo que hacíamos con ellas, pero el día de la fiesta nos dimos cuenta de que lo más importante no era el propio hacer, sino el ser, estar, hablar y compartir. Esto es lo que nos ensancha el corazón y la mente, y bien agradecidas estamos por haber podido vivir esto en primera persona.
Aurora y Noelia, Voluntarias de SED
¡FELICIDADES POR VUESTRO SABER ESTAR Y SABER HACER!
Yo tuve la suerte de ver las caras de satisfacción de alegría de esas niñas y jóvenes y del gran cariño con que os despidieron ellas y las religiosas de La Anunciata.
¡Sin duda ese cariño os lo habéis ganado a pulso!
¡MUCHAS GRACIAS por lo que me toca también de esos días que hemos compartido con vosotras como una auténtica familia de voluntarias y voluntario en Chichi!