CTM Korhogó 2017

Tormenta tropical, carreteras sin asfaltar, mujeres trabajando, niños jugando y sonrisas, muchas sonrisas fue lo que nos encontramos al llegar a África. Tras dos días de viaje y con muchas ganas acumuladas, empezamos nuestra misión. Primero realizamos talleres de formación a los monitores, la mayoría jóvenes alumnos del Champagnat.

El lunes, comenzó la colonia; empezaron a llegar niños de entre 6 y 14 años y si nosotros teníamos ganas, ellos tenían aún más! Abrazos, cariño y muchas más sonrisas vinieron con ellos. Todas las mañanas empezábamos con bailes y una animación todos juntos: niños, monitores, voluntarios… y tras la oración empezaban las actividades. Talleres de danza, deporte, manualidades, cine y periódico a los que los niños, divididos por grupos, acudían de manera rotativa. Al finalizar la mañana, entonando sus cánticos y gritos de guerra, se dirigían por grupos a la cantina, donde no existía un «no me gusta» o un «no quiero más»; además el día de suerte tocaba el delicioso attieké, un plato típico del que se sienten —y con razón— muy orgullosos.

Las tardes las destinamos a los monitores, impartiendo para ellos cursos de informática y primeros auxilios, en los que nos demostraron una vez más todo el interés que tienen por mejorar. A su vez, trabajamos en el mantenimiento de las aulas del cole, limpiando, lijando y pintando mesas.
La colonia acabó con una gran gymkhana, alguna que otra lagrimilla y mucho mucho cariño.
A su vez, dos de nuestros compañeros estuvieron en el centro sanitario de Koni donde convivieron con las Hermanitas de la Anunciación, quienes desarrollan en este lugar su labor de servicio . Fue una experiencia en la que, además de vivir desde dentro la sanidad africana, conocieron un poco mejor la cultura, las riquezas y algunas de las necesidades del poblado.

Por último, realizamos una «minicolonia» en el poblado de Klokakaha. Allí nos encontramos con una realidad más humilde aún, con niños cargados de alegria, cariño y ganas de jugar, aunque la timidez apareciera en los primeros momentos. Nuestra ilusión, así como la de los monitores locales hicieron posibles juegos, manualidades, talleres de formación en salud, bailes, canciones…, que hicieron disfrutar desde los más pequeños a los mayores de otra preciosa experiencia.

Ahora, con el cansancio de estas semanas en el cuerpo, pero repletos de vida compartida, exprimimos nuestros últimos momentos en Korhogó; ratos de despedidas, de recordar anécdotas y de disfrutar, juntos como familia, de cada instante que nos queda.

Voluntari@s SED en Korhogó, Costa de Marfil 

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