Hoy, martes 1 de agosto, celebramos en la escuelita la fiesta del juego.
Con esta fiesta se intenta enseñar a los niños diferentes formas de divertirse.
Ellos no tienen columpios, ni parques cerca donde jugar.
Por supuesto, no tienen piscinas, ni un río donde bañarse.
No tienen juguetes en sus casas, conocen los de la escuela.
Se divierten jugando al aire libre, con palos, carreras y persiguiendo animalitos.
Eso si, sus carcajadas se disfrutan allí donde están.
Hoy toca la hora de conocer otras cosas, otras formas de disfrutar.
Se sugirió a los padres que, utilizando su creatividad y unas cuantas maderas que donaron a la escuela,
construyeran unos columpios.
Nada, algo sencillo para entretener a los niños.
¡EN NUESTRA VIDA VIMOS NADA IGUAL!
¡NOS QUEDAMOS SIN PALABRAS!
Por eso os mostramos estas fotos. Esta claro que, en este caso, una imagen vale más que mil palabras.
Una vez más, nos demostraron que quieren y luchan por algo mejor para sus hijos.
El amor de un padre y una madre no tiene fronteras. Se pasaron todo el domingo trabajando. ¡¡¡IMPRESIONANTE!!!
Les compramos piñatas, se bañaron en piscinas hinchables, jugaron a los bolos y bailaron moviendo sus caderitas.
Lo pasaron genial entre risas, gritos y carreras y…NOSOTRAS también.
Para comer: pijotes con pollo, poporopos y naranjada.
Hasta ahí todo genial.
A partir de ahí más genial pero….con alguna lagrimita.
Las mamás y los niños se despidieron de nosotras con la misma pena.
Nos dedicaron palabras preciosas, abrazos y algunos obsequios preciosos:
tela para un huipil, marcos con diplomas, cartas preciosas, café de Samac.
Lo mejor fueron sus caras y sus abrazos.
Nos costó que nos aceptaran pero, al final, entre lágrimas, nos pedían que nos quedáramos con ellos.
Como dijimos al principio fue un día de sonrisas y lágrimas.
Sonrisas por los buenos momentos vividos, por el cariño de todos, por la experiencia vivida y todo el aprendizaje.
Lágrimas porque toca irse, dejar atrás tantos ojos llenos de ternura, sonrisas agradecidas
y mucho, mucho en el corazón.
No podemos dejar de agradecer a las hermanas Carmelitas de la Enseñanza TODO lo que nos han dado.
Nos dieron una lección de vida. Son unas valientes que se levantan cada día con una fuerza increíble
para luchar contra las adversidades (que son muchas) con una sonrisa maravillosa.
Les deseamos todo lo mejor. Si hubiera más personas como ellas, se podría cambiar el mundo poquito a poquito.
GRACIAS Uti, Alta, Savina, Kati y Jaime.
Os deseamos todo lo mejor y seguiremos luchando para que vuestro proyecto salga adelante.
Besos a todos:
Sofía y Silvia
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